La noche del vacío

Sinopsis

«La realidad se extiende en todas direcciones, como los infinitos reflejos de dos espejos enfrentados, a causa de la invención de historias. Cuando el poeta imagina un mundo de belleza sobrehumana y lo puebla de personajes igual que el Creador pobló la Tierra de seres y plantas, cuando un narrador errante cuenta historias de tierras lejanas y maravillosas, estos lugares imaginados se inscriben entre las esferas del cosmos. Hasta nuestros más locos sueños son reales, a su manera. Yo he visitado esos mundos que nos rodean, hijos de nuestra imaginación, que a su vez engendrarán los suyos propios en una cadena inacabable. Quién sabe si nosotros mismos no seremos producto de algún narrador habitante de un universo gemelo. ¿Dónde empieza, si es que empieza en alguna parte, la línea de demiurgos?».

Compendium Haereticus, escrito por el monje Stefanios.

Nota del autor

Joaquín Pedralba, el protagonista de La noche del vacío, es un escritor de folletines juerguista, vanidoso, torpe, que se ve mezclado, de forma cada vez más inverosímil, en aventuras en las que está siempre en juego el destino del universo, la humanidad, la realidad tal y como la conocemos. Pedralba vive en un siglo XIX ultra-mecanizado que ha convertido las Guerras Carlistas de la historia de España en conflictos cuasi atómicos, dejando tras de sí un país periódicamente arrasado, pero con ánimos de consumir literatura pulp. Es un mundo en el que abundan los hombres con prótesis automáticas, los carlistas malévolos y los monstruos provenientes de otros tiempos y otros espacios.

Ésta historia que tú, lector implícito, sostienes entre tus dedos/apéndices gelatinosos, es la primera aventura de este tal Joaquín Pedralba —existen por lo menos un par más que quizás, algún día, se conviertan en el único testimonio escrito de nuestra civilización—, que quiere ser un homenaje a toda esa literatura tan extraordinariamente imaginativa y divertida que se ha llamado popular, pulp o folletinesca, y que ahora atraviesa su particular revival. He intentado que las aventuras de Joaquín Pedralba sean rocambolescas, llenas de acción y libres de complejos de cualquier tipo, como eran esas magníficas fantasías de serie B literaria. Nada más apropiado para Pedralba, pues, que ser publicado en formato bolsilibro. Es el destino que siempre quise para él.

No quiero desaparecer de tu vida, lector, sin tratar un último tema que considero de capital importancia: los carlistas. El carlista es el nazi ibérico, en el sentido de que es un villano estrafalario con un gusto exquisito a la hora de elegir uniformes. Si el Arca de la Alianza hubiese estado enterrada en Cuenca, los carlistas habrían intentado recuperarla para conquistar el mundo. Así que, ¿por qué no tenemos más ficciones en las que los carlistas ocupen su privilegiado lugar como «malos» folletinescos de la historia de España? Ahí lo dejo. El guante ha sido lanzado, quien se atreva, que lo recoja.